La permeabilidad de los objetos es aplicable a las personas. Cada suceso, palabra tiene un impacto mayor o menor en nosotros. Es mayor cuando quien o el elemento que lo provoca, nos importa.
En la personalidad de cada uno está el grado de asimilación, es decir, cuanto de permeables somos a lo que se dice o sucede a nuestro alrededor, cuanto nos implicamos en cada una de las actividades en las que participamos.
Si somos de naturaleza impermeable, es “relativamente sencillo” no dejar que nos afecten las palabras o los hechos. Mantenemos una actitud más serena y una visión más objetiva. Eso no quiere decir, que las cosas no nos afecten, simplemente que no es más fácil relativizar, asignarle la importancia que se merece. Reaccionar, planificar, actuar y seguir.
Si somos de naturaleza permeable, es “bastante complicado” que lo que sucede, lo que nos dicen, no nos afecte. Y podemos dividirnos en dos subgrupos: los que dejan que entre y no reaccionan (no reaccionan, no planifican y mucho menos actúan y siguen), y los que reaccionan, de manera explosiva cuando ya se ha llegado a un nivel determinado (actuan, reaccionan, planifican para corregir! y siguen).
Este es otro elemento más para conocerse a uno mismo, saber en qué grupo te encuentras. Quizás hayas dejado entrar el agua y no seas consciente, crees que lo tienes todo dominado.
Cuando hablamos de coger perspectiva, es para evitar que la situación, el entorno nos adelante, esta es la opción de anticipación, previsión de auto-gestión.
Puede suceder que no seamos conscientes que hemos dejado de ser impermeables, quien nos rodea puede darnos un aviso, alertarnos. Escucha.
Si el agua empieza a entrar en el barco pero es poca, podemos cambiar, matizar, … reorientar.
Cuando el agua entra sin control, lo mejor es abandonar el barco. Tú ya no tienes el control de este.