Los grupos, estructuras, organizaciones en los que la cooperación, el aprendizaje, la novedad, los cambios… etc.. etc..etc.. son imprescindibles pero cuyo core tiene tanto miedo o tan poco tiempo para dejar que todo lo descrito les permee se encierran más y más en sí mismos hasta que ya no necesitan de nadie ni de nada. Y es cuando florece una relación endogámica entre sus miembros, y es, el principio del fin.
Hay multitud de iniciadores/potenciadores de la endogamia. La combinación de varios hace que en el mundo de cambio y transformación en el que vivimos, los equipos que están inmersos en ella estén camino del desastre:
- Individualismo, incapacidad de aceptación de la diversidad y de una competencia sana
- Ausencia de meritocracia
- Falta de toma de decisiones trascendentes
- Introspección continua, miramos lo que hemos hecho anteriormente (muy anteriormente) como factor innovador una y otra vez
- Mediocridad. A quien viene con ideas nuevas, diferentes se le penaliza para que se adapte al resto
- Falta de interés en aprender de otros, lo que nos deriva a una falta de tiempo y a la cada vez menor necesidad de comunicarnos con agentes externos
- Las cosas, los objetivos o hitos son efímeros. No existe un fin auténtico
- Sin un propósito. Ni sé (ni pregunto) qué vamos a ser de mayores o a qué objetivo obedece el trabajo que estamos realizando
- El cliente sólo aparece en sus pensamientos cuando van a hacer la compra, que entonces sí se ponen en el centro
- Mucha letra y pocos hechos
- Liderazgo a la antigua usanza
- ….
Por supuesto, todo (no es la primera vez que lo escribo, creo) puede cambiar. Todas las variables descritas tienen un punto de partida común: LA ACTITUD o con la que afrontamos el día a día o con la que queremos hacerlo a partir de ahora. Pero cada miembro debe ser consciente de la necesidad vital de cambio, desearlo y esforzarse para que suceda de una forma u otra.
Lo demás, no hay varita mágica que lo cambie.